domingo, 10 de octubre de 2010

Impunidad

   He repasado un texto del catedrático de Derecho Procesal,D. Andres de la Oliva, que ya tiene cierto tiempo y sin embargo por su contenido parece que no transcurre el tiempo; son uno de esos casos recurrentes de nuestro acervo que permanecen inalterables y de candente actualidad. bueno el texto es este:
«Es verdad que en la dirección y gestión de la “res publica”, debieran regir normas de comportamiento, escritas y no escritas, más exigentes que las normas penales. Y, ante su infracción, que habría de ser infrecuente (pesa sobre los personajes públicos la carga de ser ejemplares), debieran funcionar mecanismos contundentes de exacción de responsabilidad. Lo deseable sería, pues, la excepcionalidad de los procesos penales con políticos implicados. Pero, lamentablemente, es muy claro que, aquí y en otros países, y muy a pesar de las numerosas personas honradas dedicadas a la política, ésta se ha encanallado, en la misma medida y al mismo ritmo en que la sociedad ha ido desmoralizándose."
   Pues sí,aquí seguimos despotricando sobre la impudidad de la política con mayúsculas sin que atisvemos ni por asomo un resquicio donde entrever la renovación con ciertos aires purificadores.   Es cierto que el Catedrático en cuestión estaba analizando -o despotricando- contra alguna resolución del T.S. sobre el ejercicio o potestad de la acción popular,cuestión en la cual coincido con el autor,no así en otros asuntos donde la pluma se le escapa por los derroteros de la diestra mas arcaica; empero,en el tema que nos ocupa señalar que urge con determinación que la opinión pública exija con firmeza y sin miramientos un cambio radical en esto de hacer política.  Un buen comienzo sería buscar una puerta diáfana hacia la consecución de la financiación de los partidos.  Que provengan de empresas privadas o de entidades tanto físicas como jurídicas, pero del ambito privado,que no tengan limitación y,si la tienen, que sea clara.  No es posible que sustentemos entre todos el entramado partidista y, encima,se vulneren las leyes y hasta el decoro para financiar filibusteramente los delirios de muchos caraduras.
   Y no creo necesario recurrir a los ejemplos.  El aburrimiento hay que combatirlo,no fomentarlo. 

   

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es una verdadera pena que, a estas alturas, cuando oyes hablar a un político de forma legal, coherente y con cohesión hacia la sociedad, hacia lo que la sociedad requiere, necesita y pide desde un silencio preocupante y lastimero, no nos lo creamos.

Será que llegó el tiempo de accionar las palabras antes de hacerlas públicas.

felix de valois dijo...

Es lógico; la palabra no es la cosa,como diría MC,lo importante,lo verdederamente transcendente es/son las obras;la actitud.
saludos