Hay ciertas premisas que resultan fundamentales para entender y llegar a comprender un todo; en política economía también. Así, es de sobra conocido que el crecimiento económico, el pleno empleo de la mano de obra disponible, la estabilidad de precios y el equilibrio exterior conforman y dan amplio consenso a lo enunciado.
Si analizamos lo acontecido en España en el último año vemos,con preclara nitidez, que ninguno de estos principios se ha cumplido a satisfacción y,consecuentemente,la situación económica no deja de ser alarmante. Pero esto es algo que,si fuesemos medianamente consecuentes con nosotros mismos,ya lo dábamos por sabido.
El crecimiento económico es el que es; es decir, rayando el cero o con escasísimo crecimiento.
El paro,verdadero cancer de nuestra economía, se ha establecido en un alarmante 20% y no tiene visos de bajar a cotas significativas,al menos en el corto tiempo.
El aumento de los precios ha repuntado; en concreto nuestra inflación ha crecido un 0,7% por encima de la media europea con los que nuestra competitividad se resiente imparablemente.
Y,por último, aunque afortunadamente el déficit por cuenta corriente español se está reduciendo, sin embargo el déficit comercial aumenta en unos niveles preocupantes.
Habremos de volver sobre esto y poner cierto enfásis sobre las causas pero también sobre las posibles soluciones que pueden ser muy importantes para tratar de dar un cambio a esta mala coyuntura.
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