Nada hay tan evidente como un Fado para explicar con cierta coherencia la espiritualidad portuguesa; ese vivir con un desvivir interior que a veces suele atenazar el hacer del ser portugues. Y esto que digo suele ser mucho. El alma portuguesa suele vivir de espaldas a lo exteror atenazado por un pasado a veces glorioso pero siempre pasado y,por tanto,un algo que ya nunca será presente.
Porque prsente,lo que se dice presente,es lo de hoy; y en esta realidad que atenaza en estas horas a buena parte de Europa se encuentra portugal atenazada por la atrosis paralizante de la deuda no logra desembarazarse de unos usos,de una forma de hacer,economicos que pertenecen al siglo ya fenecido. Claro que no es solo problema de Portugal,sino de Grecia y en buena parte de España. En el caso de nuestro vecino no se puede seguir basando buena parte de su propia economía en sectores dedicados al consumo interno sin carga de valor,sin productos competitivos de cara al exterior. No supo invertir los dineros europeos con eficacia; ni en sus empresas ni en sus infraestructuras. Los problemas coyunturales de Portugal son`problemas ancestrales que se perpetuan en el tiempo.
El gran reto de la modernidad que representaba la incorporación efectiva a uropa paso por delante de la puerta como un amor pasajero y,mientras tanto,la política portuguesa siguio erre que erre recalcando sus ancestrales recetas de autoconsumo esperando un no sé qué de milagro. Pero hoy los milagros son cada vez mas escasos y poco proclives a lo economico y social.
En esta tesitura se encuentra,como muchos otros paises,guardar para sí la esencia de pais o acogerse a la modernidad que representa lo exterior. Y cada vez hay menos tiempo.
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